Nuestras escuelas

La satisfacción porque la escuela de nuestro pueblo haya conseguido continuar es agridulce. En Cañada de Verich hemos pasado un verano de incertidumbre y ansiedad por el destino final que iba a tener. Padres, niños, vecinos de Cañada, compañeros de partido, alcaldes, vecinos y colegas de distintos partidos políticos preguntando por el futuro y siempre la impotencia de no poder contestarles.
Desde que el pasado jueves la DGA anunció las escuelas que se van a suprimir este año, y en las que afortunadamente no se encontraba la nuestra, he recibido numerosas llamadas de felicitación de representantes comarcales del PP, PAR y PSOE, a los que agradezco su solidaridad con nosotros.
La realidad ha sido que hasta el día 11 en que la inspección de Educación vino a nuestro colegio a “contar los niños” y a hacer una investigación rigurosa, hablando con niños, padres e incluso con la Dirección del anterior colegio de la nueva alumna, no era seguro que Cañada fuese a contar con escuela para este curso. Ya nos gustaría a todos que la rigurosidad y profesionalidad de los funcionarios hubiese sido la misma en evitar que grades fortunas “sin justificar su procedencia” estén apareciendo en el extranjero y así no haber llegado a la gran crisis que padecemos, que es la principal causa de recortes, que entre otros muchos, están provocando el cierre de las aulas y la supresión de servicios en los pueblos pequeños.
Quiero agradecer a todos los que durante el verano se han interesado y colaborado para que la escuela de Cañada continúe (medios de comunicación, políticos comarcales y provinciales de diferentes partidos, plataforma provincial de Ampas, Fapar, maestros, etc.),  y lamentar los oídos sordos que ha hecho el Gobierno de la DGA a las mociones aprobadas en diferentes comarcas como Bajo Aragón, Matarraña, Maestrazgo, Sierra de Albarracín, etc. Propuestas que han sido apoyadas por unanimidad de todos los partidos políticos incluidos el PAR y el PP.
Sigo sin aceptar ni entender que se nos castigue por ser pocos. Los que hasta hace poco estaban defendiendo la libertad de los padres en la elección del centro escolar y protegiendo el mundo rural, ahora apoyan normativas para que a pueblos como la Cañada les cierren sus escuelas, siendo ese el centro elegido por los padres para sus hijos, sin deteriorar su formación en el traslado a otros municipios con aulas igualmente unitarias (un solo profesor para varios cursos), además de disminuir el tiempo de dedicación que los maestros pueden dedicar a cada niño individualmente, por el aumento de alumnos en un mismo aula.
La educación se debe acercar a la familia, no alejar a los niños de los padres. Los padres tienen derecho a estar con sus hijos en el lugar donde la familia ha elegido vivir, donde han creado una economía familiar y donde tienen, en el mayor de los casos, a sus abuelos que dependen del cuidado de la familia. No puede haber ninguna justificación para separar los niños desde los tres años de su entrono familiar durante todo el día y sustituyendo el salón de su casa por un restaurante/bar.
Por otro lado, es muy difícil de entender que a las familias se les esté negando ayuda económica para la compra del material escolar pero que a su vez sí se les esté ofreciendo subvenciones para las semanas blancas.
Quiero manifestar mi solidaridad con los pueblos en los que este curso ya no han podido abrir la escuela y aunque la DGA haga oídos sordos a nuestras necesidades, insistirles y rogarles que reconsideren el criterio de número mínimo de alumnos ya que afecta de un modo totalmente negativo a nuestros pueblos y es un ataque a la supervivencia de los pequeños pueblos, porque cierra la posibilidad a que puedan venir nuevas familias de jóvenes y con toda seguridad, va a provocar que los que viven ahora se marchen. En una palabra, se nos condena a la desaparición por la única razón culpa de ser pocos.

José Manuel Insa, alcalde de Cañada de Verich

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